ELLA

 


Existía. Sí, existía. Ella y también el lugar donde todavía no había sido vulnerada.

Existía no vulnerada, no violentada. Existía ella, como ella.

Su corazón tenía en su centro un espacio que era el que los dioses habían creado para la consciencia. Era allí donde habitaba esa parte intocable. Un espacio habitado por lo puro, donde el agua era agua y no una imagen del agua. Donde el silencio era algo en sí mismo y no la ausencia de sonidos.

 

La piel marcada era suya, era su territorio de surcos con nombre, con memoria. Cada marca, un centímetro más de profundidad en el entramado de sus raíces.

No había lenguaje que pudiera con lo real, lo táctil, lo no-corruptible.

Ella era sin construcciones ni muros, sin barrotes para las alas que ahora tenían textura fina; eran cabello. Ella era porque había sido y porque siempre sería.

Existía. Sí, existía. Ella como ella.



por Manuela Rímoli Candi  

inspirado en una ilustración de Angélica Akasha Tattoo

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